domingo, 2 de mayo de 2010

SONRIA, LO ESTAMOS MONITOREANDO

Odio la gente que no es fiel a su esencia. Una persona incapaz de dar, dueña del más puro egoísmo, tendría que al menos, tener la delicadeza de no hacerse querer. De no estar. Y R. me había dado el más certero golpe por debajo del cinturón.

“En esta ventana por favor chatea con barbijo”. Me dijo eso mientras yo le relataba como había dejado de ser una persona para convertirme en un arma bacteriológica de destrucción masiva.

Durante las siguientes jornadas no paré de recibir mensajes de texto. Mensajes de correo electrónico. Ventanitas titilantes en mi msn. El mismo concepto. Curiosidad respecto a mi salud. Confirmación de que sigo respirando. Mensajes escuetos. De pocas palabras. A veces R. sólo le ha enviado un zumbido.

Jamás recibí una llamada telefónica. Porque la empresa que le suministra servicio de telefonía celular no considera mi número como apto para la promoción de llamados gratis de por vida. Y hablar por teléfono es costoso.

Jamás recibí una visita. Porque estoy enfermo. Y quizás contagio. Y seguramente mi apariencia excede lo desagradable. Y tengo mocos. Y voy a estornudarle encima.

La situación me enfermaba pero desde otro ángulo. Me atacaba el sistema psíquico espiritual. No entendía. R. estaba. Relativizando su actitud según sus características personales sentía que me había donado un pulmón y dos litros de su sangre. Y odiaba eso. Porque R. nunca está. Porque R. es egoísta. Porque R. no quiere a nadie más que a R.


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