miércoles, 5 de mayo de 2010

QUERER O NO QUERER, THAT IS THE QUESTION

Mientras trago haciendo un esfuerzo sobrehumano por no saborear pienso que quizás uno podría terminar acostumbrándose a la gelatina de durazno. A su sabor artificial. A su consistencia dudosa producto de haber sido preparada a tientas ante la falta de un patrón de medida.

Lo bueno de implementar una dieta a base de un producto tan desagradable es que realmente uno termina perdiendo las ganas de comer. Aunque mi crecimiento en dimensión horizontal me resulta cada vez más inexplicable. Porque no como. No mucho. No cómo para engordar. Cada tanto pienso en entregarme a la OMG para que me estudien y analicen. Y porque siempre quise conocer suiza.

Invité a R. a cenar junto con un grupo reducido de personas. Reducido porque me molesta darle de comer a mucha gente. Y en los últimos meses cuatro personas se convirtió en la frontera entre tolerable y mucha gente.

Aclaré lo que había de cenar. Aclaré que iba a cocinar. Aclaré el carácter elitista del encuentro. Remarqué el honor que debía sentir de formar parte de esa selección. Mi especialidad para gente especial.

Su respuesta fue “creo que voy”. Le respondí que para mi eso implicaba un no. Porque lo implica por un lado. Porque me exaspera el divismo y la necesidad de atención permanente y exclusiva de algunas personas. Puse a R. en un rincón. Y mientras una gota de sudor le caía por la frente cedió y dijo que si, que vendría.

El día del evento en cuestión recibo un correo electrónico. De R. No tenía una sola palabra escrita. El asunto decía: “Nopuedotengouncumpleaños”. Lo eliminé instantáneamente. Quería romper cosas, pero me puse a comer gelatina de durazno.


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