miércoles, 7 de abril de 2010

COMO SABER COMO

Fue cuando entré por primera vez en contacto con el concepto de enfermedad terminal. A mi compañero de tercer año de secundaria se la habían diagnosticado. Al colegio llegó información que el chico no iría a vivir mucho más de una o dos semanas. Al año siguiente estaba cursando cuarto año con nosotros. Diez años después tenía el alta médica definitiva. Hoy me siguen irritando los mails humorísticos con los que llena mi casilla de correo.

Una vez alguien se animó a preguntarle. No supo que contestar. No por no querer. Siempre habló del tema con valentía y mucho humor y cinismo. Simplemente no sabía la respuesta. No sabía como sucedió. Como se curó. Como desafió a la estadística y a la medicina occidental.

Era una persona que había conseguido un logro superlativo y no podía dar instrucciones respecto al como.

Un ex compañero de trabajo me taladraba la cabeza hablando sobre como su terapeuta había ayudado a que él y su mujer superasen lo que parecía una crisis definitiva. Como logró siguiendo los consejos e instrucciones de esta persona evitar lo que se presumía una separación inminente. Le pregunté lo obvio y la respuesta me sorprendió.

Este profesional que tan claro había expuesto la solución al problema no estaba casado y además llevaba en la mochila dos divorcios confesos.

Me surgió este planteo mientras leía “Instrucciones para no morir de amor…”. Instrucciones. Alguien las plantea. Otro las sigue. ¿Cómo saber si realmente conducen al éxito? ¿Son las credenciales del instructor realmente un buen indicador de la calidad de sus instrucciones? En principio, la mujer que lo escribe evidentemente ha logrado no morir.

¿Por qué quien sabía como llegar no había llegado? Voy a intentar seguir mis instrucciones para ver que pasa.

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