lunes, 19 de abril de 2010

PASION DE MULTITUDES

Mientras camino hacia la parrilla donde tengo que encontrarme con mi padre y mi hermano, pienso. Me cuestiono el porqué del encuentro. Masoquismo seguramente. Muchas ganas de salir de mi casa. El asado es un factor determinante también.

Vienen de ver un partido de fútbol. Y a mi no me gusta el fútbol. No al punto de dejar que saque lo peor de mí. Y no me gusta hablar de fútbol. Porque no me gusta debatir trivialidades con la pasión que supongo deben tratarse asuntos de política internacional.

Ellos sólo hablarán de fútbol. Se quejarán y debatirán a los gritos si su equipo pierde. También lo harán si su equipo gana. O si empata. Y yo voy a mirar el cielo si comemos afuera o el techo si lo hacemos adentro. No intentaré fijar la vista en alguno de los televisores de plasma que decoran el lugar porque seguro también estarán hablando de lo mismo.

En algún momento yo voy a pedir cambiar el tema. Porque somos tres. Y porque no nos vemos todos los días. Y porque no se puede discutir con tanta intensidad de un juego. Me retrucarán que es un espectáculo. Qué es la pasión más grande de la humanidad. Lo que une al país. Y a mí se me cambiarán de lugar los órganos. Y atacaré de manera punzante la autoestima de mi padre desde una altanería intelectualoide. El a los gritos dirá que está bien, que si quiero podremos hablar de la concha de Susana Giménez.

Entonces ese es el momento en que yo dejo de hablar. Porque me alteran ese tipo de situaciones. Me avergüenzan. No me gustan. Y mi padre también dejará de hablar. Y hará ruido al cortar la comida. Al apoyar la copa en la mesa. Al servirse sprite. Y mi hermano me dirá que volví a arruinarlo. Y yo me quedaré en silencio cuestionándome el porqué del encuentro.


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