lunes, 5 de abril de 2010

MI MUJER AMIGA

No hago uso del transporte público por sobre todas las cosas. Aún sin contar con movilidad propia. Lamentablemente hay gente que nos obliga a ultrajar nuestros principios. Mi llegada tarde al encuentro con la ingeniera hizo que esa noche yo tomase un colectivo.

Cuando me llamo yo estaba tirado en la cama. En calzoncillos. Oliendo a agua empantanada. De no haber llamado hubiese olvidado nuestra cita. Y no hubiese ido. Pero la ingeniera siempre encuentra una excusa para recordarme nuestros compromisos treinta minutos antes de que se sucedan.

Compartir un momento con ella es aún más agradable que mirarla. Y mirarla es extremadamente agradable. Porque es preciosa. E inteligente. Y dueña de la insensibilidad más sensible que encontré en otro ser humano. Además de ser responsable del replanteo de uno de mis supuestos más arraigados.

No podría asegurar que para las mujeres es posible la amistad entre dos potenciales amantes. No podría por la misma razón que no podría asegurar la inviabilidad práctica del nuevo plan económico del gobierno. Porque no soy licenciado en economía. Ni mujer. Ni adepto a la opinología. Por eso me reservo.

La ausencia de deseo sexual frente a la ingeniera me había resultado sorprendente. Era posible encarar una amistad con alguien a quien si sólo conociera de vista definitivamente catalogaría como un potencial amante. Potencial, poco realista y pretencioso de mí parte.

Llegué tarde como era de suponer. Me lo dejó pasar porque había pasado mucho tiempo desde nuestro último encuentro. Y porque el espectáculo se había retrasado. Y lo haría aún más. Y nos daría tiempo para hablar. Ponernos al día. Ser amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario