sábado, 17 de abril de 2010

VIAJERO DEL TIEMPO

Primero debe especificarse una fecha. Día. Mes. Año. Hora. Luego tirar de una palanca o apretar un botón. Lo curioso de la máquina del tiempo es que no nos permite volver a vivir nuestras situaciones del pasado sino observar en carácter de espectador momentos anteriores de nuestra vida. Así me sentí el día que tomé la decisión de volver a la facultad a cursar de nuevo la materia que tengo pendiente.

Entré al aula tres minutos antes del horario estipulado. Un aula llena de personas conversando, gritando, riéndose, quedó completamente en silencio con mi presencia. El ruido de los pupitres que se arrastraban me perforaba el cráneo con la misma intensidad en que lo habían hecho esos mocosos impertinentes confundiéndome con un docente. Los que quedaban dados vuelta miraron al frente y varios de la primera fila me dijeron buenas tardes. Yo me senté en la segunda hilera de bancos. Y poco a poco el murmullo comenzó a acrecentarse. Risas varias. Hasta volver al estado de caos previo a mi llegada.

Yo estaba sentado en el último banco. Casi no me podía distinguir la cara. Me hamacaba con aire altanero. Bostezaba. Garabateaba hojas. Hablaba con mis compañeros. Me hubiese sacado un zapato para arrojármelo de lleno en la cabeza y ordenarme prestar atención. Pero recordé que tenía un agujero en la media. Y ya había sufrido suficiente humillación el día de hoy. Me paré y salí a fumar al pasillo.

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