sábado, 3 de abril de 2010

CUANDO LAS COSAS NO CIERRAN

Las mujeres tienden a alarmarse cuando se encuentran que de un día para el otro no pueden cerrarse los pantalones. Yo me había encontrado a mi mismo saliendo de la ducha e intentando sin éxito cerrar la toalla alrededor de mi cintura. Eso es realmente grave.

No me preocupa mi sobrepeso. Me preocupa pero no me urge en este momento.

Algo no estaba funcionando. La teoría nos dice que una vez que se toca fondo sólo se puede subir. Y lo único que subían eran los ácidos de mi estómago. Con cada vez más intensidad y frecuencia. Y el número de pelos en mi almohada no disminuía ni aún contándolos de a pares. Y comía cada tanto. Y engordaba.

Volví a analizar mi punto de partida. El punto más bajo que habían alcanzado mi autoestima y mis ganas de respirar. Eran bajos. ¿Pero que si no había logrado tocar el fondo? Peor aún, ¿si no existe el fondo? ¿De donde se apalanca alguien que no puede alcanzar el fondo?

Me ví por el resto de mi vida en este limbo. Flotando a cinco centímetros del suelo. Sin poder apoyar mis dos pies y saltar hacia arriba. Pelado. Gordo. Insomne. Solo.

Me interrumpió el sol. Me encontró por primera vez en días. Y me fui a la cama. A seguir pensando a oscuras. Rodando. Sudoroso. Intentando dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario