lunes, 15 de marzo de 2010

EL FAVOR DE MATARSE

Antes que nada soy pragmático. Y confío mucho en la estadística. Y se que en los próximos 10 años está, si existe, la última oportunidad de revertir mi situación actual. Porque a los cuarenta años se terminan nuestras posibilidades. Porque a partir de ahí tu presente es, con alguna mínima variación para mejor o peor, tu futuro.

Veo a un hombre acorralado. Al que la vida lo ha llevado a perder por completo la dignidad y los valores de base. Hundido en las adicciones. Humillado por su propia persona. Solo. Perdiendo. Aislándose. Mi pragmatismo me lleva a pensar en lo impensable. Pero es evidente que ese hombre de sesenta años no se anima a hacer lo que sabe es su única salida.

Me pregunto que haría yo si en los próximos diez años no logro revertir mi situación. Si sigo sin interés. Sin conexión con el mundo. Insomne. Sucio. Gordo. ¿Sería capaz? ¿Conservaría el pragmatismo y el amor por la estadística? ¿Si además tengo la desdicha que la vida me dote de la salud física y la longevidad característica de mi familia?

Me alcanza mirar el balcón para saber que mi única salida es revertir mi situación en los próximos diez años. Que no podría. Yo no podría.

No se porque pero me río. Es evidente que el cerebro se me está secando. Me invade el optimismo. Me vienen ganas de vivir muchos años. Deseando solamente tener un amigo cerca, que si en algún momento me ve escuchando una canción de Cristian Castro, me haga el favor. Y me empuje.

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