domingo, 21 de marzo de 2010

TE QUIERO FUERA DE CASA

Estaba terminando de leer el primer set de fotocopias. Por segunda vez. Remarcando con resaltador amarillo lo que consideraba importante. Criterio según el cual debía usar ese resaltador para remarcar mi fuerza de voluntad y ánimo por haber logrado terminar de leer el primer set de fotocopias. Porque lo consideraba importante.

Faltaban dos hojas. Realmente iba a lograrlo. Salí eyectado de mi silla al sentir algo suave y tibio caminando entre mis tobillos. El resaltador que debía remarcar los ítems importantes trazó una diagonal amarilla en una de las hojas. Y luego voló. Lo mismo hizo la taza donde hasta hace un rato había café, al ser golpeada por la contracara de mi mano derecha.

El intruso disparó con la velocidad de un rayo para instalarse bajo mi sillón plegable. Adoptando una posición de alerta máxima. Y me miraba a los ojos. Su pelo era de un gris plomizo casi plateado. Me seguía mirando. Como si conociera mis pensamientos y no tuviese el más mínimo reparo en utilizarlos en mi contra. Con la actitud pedante de quien sabe tiene el poder. Me miraba. Me acerqué con un pisotón estridente. Él escapó.

Prácticamente volando llegó al hueco que hay debajo de la mesa donde apoya mi equipo de música. Como quien sube una escalera pasó la hilera que forman los discos primero y la que forman los libros después. Escondido entre los libros y la tapa de la mesa me resultaba imposible acercarme. Maullaba. Yo aplaudía. Él maullaba. Yo zamarreaba la mesa. Él no se iba.

Odio los gatos. Odio el gato de mi vecina que se mete en mi casa. Y se esconde arriba de mis libros. Y me hace compañía. Y cuando la puerta esta cerrada golpea hasta que le abro. Y deja pelos que a la noche me hacen estornudar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario