martes, 2 de marzo de 2010

¿IDIOTEZ, OBSESION O SIMPLE MASOQUISMO?

Un corte de luz generalizado en el micro centro hizo que alrededor de las 15 horas recibiese un texto de R. Luego de una hora de no hacer nada su jefe le da vía libre para irse. Podía irse a su casa. Podía pero quería venir a mi departamento. O por lo menos eso indicaba el texto.

Dudé. Tardé diez minutos en escribir una respuesta que me dejase relativamente satisfecho. Quería ponerme a estudiar de nuevo. Eso le dije. Ponerme a estudiar nuevamente me cuesta. Estudiar me cuesta. Y R. lo sabe. Y yo necesitaba saber si eso le importaba.

El nuevo mensaje no demoró más de 120 segundos. Leo. Como es usual me indigno. Y como estoy indignado no voy a responder a ese mensaje, que haciendo caso omiso a mi deber personal, promete facturas. Y yo ni siquiera pienso ordenar el departamento.

Golpea la puerta. Tiene llaves de mi casa pero golpea la puerta. Mi desinterés es tal que desde el sillón plegable y sin soltar mis fotocopias le grito que pase. Y entra. Y trajo facturas. Y seguro no me gustan.

Me saluda. Está alegre. Tiene energía. Yo siento envidia.

Mientras acomoda las facturas en un plato me dice que no tiene hambre. No va a comer facturas. Las trajo para mí. Las trajo para mí que tengo sobrepeso. Y acidez nerviosa. Yo no emito ni emitiré palabras de más de una sílaba. Porque yo no estoy alegre ni enérgico.

Tiene sueño. No parece pero eso dice. Y se desparrama en el “puf” al lado de la ventana. Y se duerme. Y yo leo. Sin concentrarme.

Se despierta con el sonar de su teléfono celular. Atiende. Antes verificó el remitente. Atendió a alguien en particular. Sale a hablar al balcón. Vuelve sonriéndome. Me pregunta si estudié. Yo ya entendí.

Tiene que salir un rato. Me pregunta si puede dejar la mochila en mi departamento. Se va usando su propio juego de llaves. Llaves de mi departamento. Yo leo. Yo leo y no se si soy romántico, masoquista o simplemente un pobre infeliz.

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