jueves, 11 de marzo de 2010

MANOS NEUROTICAS

Sos un pajero. Siguiendo el chiste pregunté como se había enterado. Respondió que por las callosidades de mis manos. Me detuve a pensar mientras me rascaba el contorno del pulgar derecho. Primero el lado externo y luego por la curva hasta casi la punta del dedo índice. Cerré la sesión de Chat asustado.

Me di cuenta que ya hacía varios días que las manos me picaban. En particular las palmas y la curva entre el índice y el pulgar de mi mano derecha. Me picaban mucho. Me rascaba mucho. Me ardía. En la cara interna del pulgar derecho donde el dedo se conecta con la mano y en la misma zona pero extensiva hasta los nudillos de los dedos mayor y anular de mi mano izquierda, se habían formado unos callos impresionantes. Duros. Que podía fácilmente arrancarme hasta dejar prácticamente el dedo en carne viva. Además, en las palmas, habían empezado a formarse una serie de globitos que además de picar horrores, prometían comenzar a endurecerse.

Mi primer consultado solo se rió y me dijo lo obvio. El segundo tampoco aporto solución. Al tercero no me dieron ganas de preguntarle. Llegué a pensar en si sería cierta su teoría, pero quedó descartada en el momento que recordé que el problema atacaba ambas manos. Y que definitivamente no me tocaba como para generar un callo.

Iba a hacerlo. Iba a recurrir a un profesional. Pero me acordé que yo había visto una mano así no hace mucho. Y la llame. No a la mano. A la cabeza que la había enfermado.

Me recomendó uno o dos whiskys. Me recomendó relajarme. Me recomendó ponerme un poco de crema humectante. Y por supuesto me hizo el mismo chiste obvio.

Busqué en un neceser que guardaba de un viaje en avión la crema humectante. Me refregué las manos durante horas. Incluso mientras me estaba quedando dormido. Pensando en mis manos. Mis manos nerviosas y estresadas. Que evidentemente, sabían algo que yo debería saber, y que no se.


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