lunes, 1 de marzo de 2010

EL HOMBRE DE MI VIDA

Siguiendo con mi proyecto de reorganización de sueño me dispongo, siendo las 20:45, a cenar en mi sillón plegable. Mi portátil va a deleitarme con el capítulo de una miniserie argentina que empecé a ver y me gusta.

Homicidios creativos. Situaciones predecibles. Todo lo que necesito y más. La imagen se detiene por un problema atribuible a mi precaria conexión de red. Dejando congelado un primer plano del actor Juan Minujín.

Empiezo a pensar de donde conozco al ignoto y recuerdo una obra de teatro de hace un par de años que me resultó impactante. En ese momento me comentaron que bailaba en un grupo por demás interesante. Me sonaba más fuerte. Recordé también sus monólogos en un seudo programita jocoso.

A mi cabeza volvió la pregunta que ella había hecho días atrás: “¿A quién te cogerías si fueras gay?”. Analicé cuidadosamente la cara de este ser humano. Era feo. De entrada el pelo había adoptado una forma y consistencia extrañísimas. Su nariz era enorme. Y cuando digo enorme me refiero a enorme. Las orejas asomaban a los costados de su cara como lo hacen las manijas de una tetera. Ojos marrones redondos, también gigantescos.

Que sea actor under hacía interesante su nariz. En la que podría meter un piano si quisiese hacerlo. Su voz no era seductora y con su forma de modular me olvidaba de los químicos en su pelo. Cuando lo miré a los ojos de alguna forma me di cuenta que al igual que yo odia a Ricardo Montaner y a Cristian Castro más que a cualquier otra cosa. Me excitaba pensar que nos gustaba la misma música. Y los perros. Y las mujeres realistas. Y las cosas simples. Y me quedé mirándolo a los ojos.

Cuando mi cerebro estaba por explotar, la historia retoma para mostrarme los sesos de Cecilia Roth esparcirse por una pared.

Lo que hay adentro de mi cabeza a veces me asusta. No creo que termine de ver la miniserie. No por ahora.


No hay comentarios:

Publicar un comentario