sábado, 6 de marzo de 2010

LA PROFESION DE MI NOVIA

¡Espérame! Por primera vez en la vida reaccioné rápido y tapé con la mano el sensor infrarrojo. Como buen caballero debería haberle abierto la puerta. Debería haberle cargado las bolsas del supermercado. Debería haberla ayudado a equilibrar la pila de carpetas con las que hacía malabares. Debería, pero de haber sacado la mano del sensor infrarrojo, ambos hubiésemos perdido el ascensor.

Me agradeció con una sonrisa. Siempre la veo sonriente. Es una mujer alegre. Atenta. Porque me preguntó como estaba. Siempre lo hace. Pero con el tono de voz y la mirada de quien, de ser o no cierto, te hace creer que verdaderamente le importa la respuesta a esa pregunta.

R. se refiera a ella como “tu novia”. Porque es un chiste sencillo. Y R. siempre adopta el humor básico. El que no me hace reír. R. la prejuzga: se prostituye, vive de noche, es drogadicto. R. no se refiere a ella en femenino la mayoría de las veces. Aborrezco que tengamos posiciones tan disímiles en conceptos tan de base.

Señalando la pila de carpetas que había logrado estabilizar, me dice que su noche va a ser larga. Me dice que odia acostarse tarde. Me cuenta que se levanta temprano. Porque sale a correr antes de ir a trabajar. Con su perro.

Llegamos a mi destino. Ella sigue dos pisos más. Mi novia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario